







Desperté en la laguna Aguas Blancas con la pelea de dos águilas que se disputaban una presa sobre una rama. Tardé en calentar el agua, llovió y granizo muy temprano. Eran copos pequeños, casi nieve, los cerros frente al lago quedaron blancos. Después de unos mates salí con la bici a hacer fotos y conocer algunos senderos que ví en el mapa. Varios días compartiendo con amigos merecían algunas horas de silencio y contemplación. Amasé pan para el mate y también salió pizza a la calabresa con cerveza negra. Un fueguito para contemplar, alimentando las llamas que iluminaban el lugar, desde los árboles hasta la costa del lago, estaba nublado y el viento era frío. No estaba solo. Martíta contemplaba el mismo paisaje que yo, aferrada a un trozo de leña.