Antes de la pandemia compartí el viaje con un par de amigues en Victoria (mi combi). Ella militante de izquierda y él anarquista. Un tema de conversación fue la historia de los dedos en V que Victoria, lleva pegados en frente.
La V de la Victoria con la palma hacia afuera y el saludo Longbowman, de los dedos en V con la palma hacia adentro. Una señal ofensiva para los ingleses, que amenazaban con cortar los dedos de sus arqueros en batalla.
La av costanera, en Las Grutas es interrumpida por unos médanos que me hacen pensar en el aspecto original de la costa. Un playón hace las veces de estacionamiento y es el lugar que elijo para pasar las tardes de sol.
Sentado en Victoria frente al mar ví a través del parabrisas dos amigos practicando tiros con arco y flechas.
Javier y Marcelo, se encuentran a practicar tres veces por semana. Es una nuestra forma de despejarnos, de dejar todo lo que nos preocupa, pasar un buen rato.
Comenzaron tirando a los 20 metros y fueron alejándose más hasta los 60 metros.
Calibrar la mira conlleva mover roscas y referencias. Apuntar teniendo en cuenta los parámetros e indicadores, contener la respiración y disparar. Lo asocie al momento de tomar una foto en una obra de teatro.
Sus arcos tienen poleas, uno es de caza y el otro de precisión. La arquería tiene la edad del hombre. Me cuentan que hay arcos tradicionales cortos, usados por cientos de años para cazar y cabalgar, recuerdo al Gengis Kan y su arco mongol. Arcos largos de puntería, usados para defender las fortalezas desde las alturas, en los tiempos de Robin Hood.
La flecha viaja a unos 300 km/h y su trayectoria traza una pequeña parábola desde el arco hasta su punto de impacto. El blanco posee la capacidad de detener la flecha que se carga de energía en su recorrido. Javier es el encargado de hacerlos con cartones, telas y gomas dispuestas en el interior de un paquete ceñido por film. Las flechas son lubricadas con vaselina antes de dispararlas para después poder retirarlas con facilidad.
Las flechas que usan son de carbono con una punta roma de aluminio. En cada encuentro en la playa se pasan un buen rato buscando en la arena, alguna que no dio en el blanco, lo que siempre es mejor que sacarlas de un árbol.