Que bonita bandera, la Bandera de la Victoria
En el noroeste argentino acostumbramos a anteponer un articulo al nombre de las personas a que nos referimos. Cada un cierto tiempo tengo que reponerla, no porque vaya rápido pero es que siempre esta flameando, mostrándose. Montada justo en el borde del soporte, en lo mas alto de Victoria (la combi), expuesta permanentemente a las inclemencias del tiempo. Con los kilómetros y los días se va deshaciendo hasta que en algún alto da paso a su relevo. Mientras conduzco suelo buscarla en la sombra, sobre la silueta dibujada por el sol, en el camino de tierra o de pavimento. En las ciudades se refleja en las fachadas vidriadas y otros vehículos desde donde la ven asumiendo su condición de visitante. Cuando el viento es muy fuerte se arremanga en la punta del mástil y tengo que ajustar la tensión de las gomitas que la sostienen y mantienen erguida. En Ayolas, una pequeña población cercana a la represa Yacyretá en Paraguay, una empresa binacional conseguí una pequeña bandera, para reemplazar la que seguro sucumbió a alguna rama baja en un intento de estacionar bajo una sombra. Va siempre conmigo es parte de las cosas que llevo, una huella en mi bitácora, La bandera de la Victoria.