Fantasmas / Salta
En los ‘70, la ruta entre Salta y Jujuy quedó bajo el agua con sus casas, puestos, corrales y algún antigal. Donde hoy está el embalse de Campo Alegre. La costa norte tiene un acceso solo visitado por algunos pescadores los fines de semana, durante el verano. El camino que rodea el lago es muy angosto y en los viaductos se indica que el paso es: “de a uno por vez” a través de las yungas. Como en otros espejos de agua, se encuentran muchas aves en su paso migratorio. Una bandurria multicolor corre sobre el agua alzando vuelo, está pintada y ocupa todo un costado de mi kombi, obra de Walpaq, un artista que vive en un pueblito al otro lado del río. Me dormí a orillas del lago. El cielo estaba cerrado con nubes muy oscuras y una llovizna persistente que no paró durante todo el día. El frío y el viento me hicieron cerrar las ventanas y el vapor de la olla había empañado los vidrios. Me dormí escuchando alguna grabación, allí no hay señales de radio o celular. Me tiraron muy fuerte de los pies hacia afuera de la kombi. Me agarré de la cama para resistir. Desperté y abrí los ojos. Todo estaba muy obscuro. Estire mi brazo para tomar la linterna. Tardé unos segundos para ubicarme y entender dónde estaba. Recordé a un amigo diciendo: “Yo pido permiso cuando me voy a dormir. Porque antes que yo pasaron muchas personas y seguro algunas almas se quedaron” Con apuro me puse el pantalón, las zapatillas y arranqué a Victoria para dejar el lugar. En la mañana se abrió el cielo y fotografié una lechuza que miraba desde un árbol y quizá me vio irme de improviso en medio de la noche. “Siempre espantan por allí”, dijo Epifanio, el baqueano que cuida el lugar y se acercó, con su bicicleta trayéndome un poco de leña. Él es un chaqueño que hace tiempo dejó la cosecha y se quedó con la promesa de un trabajo en el club de pescadores. Por la tarde, de vuelta en el mismo lugar. El lago estaba calmo y reflejaba las nubes rojizas por las luces del pueblo detrás de los cerros. Hice un fueguito para calentarme y después de cenar me dormí mirando por la ventana. A media noche, me desperté. Vi una luz que flotaba en medio de la bruma, sobre el lago. La seguí por unos segundos, se movía al sur. Cruzó el lago y desapareció. ¡Una noche me visitan los fantasmas, a la siguiente los extraterrestres!. “Si no tenes la foto, no me lo cuentes”. Me dijo un editor, hace mucho tiempo. Allí está otra vez, pendulando sobre la costa. La vi por las ventanas de atrás, paso más cerca, la volví a perder de vista. Sentí un golpe en la ventana del conductor y una voz dijo: “Buenas noches, Policía Lacustre”. Entonces yo le pregunté ¿Te puedo hacer una foto?.