Asesinado por la policía el Gaucito Gil es parte de la historia de abusos en nuestro país. Nació un 8 de enero de 1840 en Pay Ubre, cerca de Mercedes, provincia de Corrientes.
Dicen que intervino en la guerra de la triple alianza, que era autonomista, robaba a los ricos y mataba a los liberales.
Murió un 8 de enero de 1878 a manos de la policía, que había intentado escapar y fue decapitado. Dicen que su verdugo fue el primero que le rezó por la salud de su esposa o hijo y que fue él quién hizo su primer santuario.
Hoy la figura del Gauchito y su color rojo destacan y se multiplican en todas las rutas argentinas.
“Es milagroso y siempre cumple”, repiten sus seguidores. Murió al lado de la ruta sobre un charco de su propia sangre, por eso el rojo de las banderas en las banquinas.
La Dirección de vialidad de la provincia de Salta levantó varios de los santuarios, pero dudo que puedan con todos.
Elsa (65) rinde homenaje al Gauchito por el aniversario de su muerte y semanalmente limpia y cuida el Santuario de av Patrón Costas de Parque Belgrano, a minutos del centro de la ciudad.
A Santiago (18) y Ramiro (19) los encontré compartiendo cigarrillos y un vino en un Santuario a la vera de la ruta del acceso norte.
El Gaucho Sartén (47) y la Gringa (75) están montando un nuevo lugar para el Gauchito Gil en Cerrillos cerca de la intersección de la circunvalación oeste. El gauchaje llegó hasta el lugar, donde por primera vez se encuentran en un terreno cedido para el santuario. “De acá no nos van a correr” dice la Gringa.
La lluvia obliga a la concurrencia a mover repetidas veces el altar con la imágenes del santo. “Pero siempre llueve para estas fechas, así que ya estamos acostumbrados”, apunta el Gaucho Sarten mientras vé como improvisan una carpa.
Todos aportan para la comida y el brindis. Una combi con un sistema de amplificación de audio invita a bailar chamamé, por el micrófono, el gaucho Sartén pide un sapucai para el Gauchito Gil.
Se tienden tablones y se ofrece una comida comunitaria, chorizos y picante de pollo hechos por la Gringa, quien esta en el lugar desde la noche anterior velando al Gauchito. “Le debo todo a él”, me dice la Gringa, que llegó desde Paraguay hace sesenta años.
Dicen que intervino en la guerra de la triple alianza, que era autonomista, robaba a los ricos y mataba a los liberales.
Murió un 8 de enero de 1878 a manos de la policía, que había intentado escapar y fue decapitado. Dicen que su verdugo fue el primero que le rezó por la salud de su esposa o hijo y que fue él quién hizo su primer santuario.
Hoy la figura del Gauchito y su color rojo destacan y se multiplican en todas las rutas argentinas.
“Es milagroso y siempre cumple”, repiten sus seguidores. Murió al lado de la ruta sobre un charco de su propia sangre, por eso el rojo de las banderas en las banquinas.
La Dirección de vialidad de la provincia de Salta levantó varios de los santuarios, pero dudo que puedan con todos.
Elsa (65) rinde homenaje al Gauchito por el aniversario de su muerte y semanalmente limpia y cuida el Santuario de av Patrón Costas de Parque Belgrano, a minutos del centro de la ciudad.
A Santiago (18) y Ramiro (19) los encontré compartiendo cigarrillos y un vino en un Santuario a la vera de la ruta del acceso norte.
El Gaucho Sartén (47) y la Gringa (75) están montando un nuevo lugar para el Gauchito Gil en Cerrillos cerca de la intersección de la circunvalación oeste. El gauchaje llegó hasta el lugar, donde por primera vez se encuentran en un terreno cedido para el santuario. “De acá no nos van a correr” dice la Gringa.
La lluvia obliga a la concurrencia a mover repetidas veces el altar con la imágenes del santo. “Pero siempre llueve para estas fechas, así que ya estamos acostumbrados”, apunta el Gaucho Sarten mientras vé como improvisan una carpa.
Todos aportan para la comida y el brindis. Una combi con un sistema de amplificación de audio invita a bailar chamamé, por el micrófono, el gaucho Sartén pide un sapucai para el Gauchito Gil.
Se tienden tablones y se ofrece una comida comunitaria, chorizos y picante de pollo hechos por la Gringa, quien esta en el lugar desde la noche anterior velando al Gauchito. “Le debo todo a él”, me dice la Gringa, que llegó desde Paraguay hace sesenta años.
Azucena (52) me regaló una imágen del Gauchito Gil que me conectará con estos momentos en Cerrillos, Salta.