Estaba sentado en el escalón de Victoria tomando mate, a la sombra de un frondoso árbol en una plaza de Colonia Del Sacramento. Frente a mí aparece alguien con un viejo y robusto trípode de madera en una mano y una gran bolsa de tela al hombro.
-Hola ¿Tenès una minutera? -Hola, sí.
Era Javier Palacios Coca, un colombiano que llevaba tres años viajando por la cordillera de los Andes hasta la patagonia a bordo de Colibí, una combi 4x4, mientras hacia retratos con su minutera.
-En el primer viaje fuí haciendo malabares con sombreros. Ahora Sofía, mi cámara  minutera, es quien llena el tanque y me dá de comer. Cuenta Coca mientras cenamos a modo de despedida en rueda de combis minuteras junto al río Uruguay.

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