Parque Nacional / Lanín

Huechulaufquen y Paimún   El Parque Nacional Lanín protege 412.000 hectáreas que incluyen el volcán Lanín que permanece nevado todo el año, de 3776 m.s.n.m, al sur de la provincia de Neuquén creado en 1937. (*)     Llegué al Huechulaufquen esforzándome por recordar el nombre del lago que me dijeron tenía que visitar. Tenía 20 años, viajaba a dedo y llegué con un Guardaparques que me levantó en Junín, después que una pareja le había hecho seña pero solo tenía lugar para uno. Salí de un almacén al costado de la ruta 40, donde compré unas peras y llené una cantimplora con agua. Hacía mucho calor y estuvimos esperando largo rato un vehículo que entrara por el ripio los 52 km hasta el lago.   En el camino otro vehículo venía muy rápido en sentido contrario. -Míralo a este. Así te rompen el parabrisas. Te le pones en el medio y solo le dejas espacio para que baje la velocidad o te pase muy cerca. Si salta alguna piedra no llegará al parabrisas. Siempre recuerdo esas palabras, días atrás un camión astillo mi vidrio en Río Grande. Aquellos días también venía de Ushuaia y ya estaba un poco cansado de viajar, armé la carpa al llegar al lago y me acosté, creo que me insolé o fueron muchas peras. Después de varios días, solo podría salir con alguien que hiciera un lugar entre todas las sillas plegables y los bártulos para los días de camping o pagarle al señor de la proveduría por el viaje y eso no entraba dentro de mis convicciones. Al segundo día de ir al camino y ya decidido a caminar, paro un Peugeot 504 que tiraba un tráiler, una pareja y niños en el asiento de atrás. Los había visto entrar en la mañana. ¡¡¡Vamos!!! Solo hasta la ruta. ¡Sí! ¡Vamos!   Dejé la mochila sobre el tráiler y solo la enganche con el cinto a una cuerda tensa que había allí, la copiloto alzó al más pequeño de rulos amarillos y me senté atrás hasta llegar al cruce con la 40. -Vamos hasta piedra del Águila, acá no te va a levantar nadie. Y ¿qué hacía y de donde venía yo? y Luis me dijo -solo voy a buscar agua del Huechulaufquen para tomar mate toda la semana. En el camino un cartel anunciaba una nueva reserva de fauna y allí paramos. Busqué mi cámara en la mochila que había quedado atrás e hice fotos. - Sentate adelante. Y pasamos piedra del Águila, ni paramos seguimos hasta Neuquén. Llegamos de noche y cuando me despedía... quédate a comer, mañana ves que hacer. María hizo bifes con huevos fritos. En la sillita alta estaba Jeremías y Norma a su lado. En la mañana durante el desayuno. Luis dijo -Estoy de vacaciones vamos, te llevo a conocer el centro. -Tenes que ver el Limay. Cenando juntos vimos por tv como rompía el glaciar Perito Moreno. Y así me quede varios días. Cuando me despedí, Luis bajo con un par de borsegos que me acompañaron al menos diez años y con los que llegue al Machu Pichu y un mate que use hasta el ultimo dia en el diario donde trabajaba. Ya había pasado el mediodía, solo conseguí avanzar a dedo hasta Cipoletti, cuando estaba al costado de la ruta y se detuvo el Peugeot y bajo Luis. Y abriendo los brazos -Vamos a la casa de mi vieja, hacen un asado mis hermanos. En esos días, al menos una vez por semana la llamaba a mi madre por teléfono, eran difíciles de encontrar aun cuando estaban pintados de naranja y además tenías que conseguir las fichas para poder usarlos. La llame desde Mendoza y sin retarme por saltearme algunos despachos, me dijo – Hola hijito, me llamo Luis, me conto que estas comiendo bien y estas volviendo a casa.   Un día, yo cambie de ciudad, cambiaron los teléfonos y por más que busque Facebook no tuve resultado. Antes de llegar a Neuquén, gracias a la cuarentena encontré un mensaje en el chat de aquel nene de rulos rubios que viajaba en las faldas de su mamá. Probo buscar cuando recordaron esos días en un almuerzo. Hoy llevo agua para el mate de Luis desde el Huechulaufquen y el Paimún.