La memoria es ese cajón oscuro donde guardamos sin saber qué y cuándo. Un día nuestro cerebro nos llama la atención y se hace presente una imagen, un sonido, una sensación, un olor, un sabor a veces.
Estos días de aislamiento me acercaron a la cocina y al igual que muchos descubrí que podía hacer pan y cocinar más allá de mi menú esencial de supervivencia.
Mi viaje en combi tiene como premisa que cualquier receta la pueda hacer con los elementos mínimos con que cuento. Un anafe un par de ollas y recipientes de plástico con tapa, una olla de aluminio que reemplace el horno y un “Prensil”.
El Prensil, es el accesorio que sería imprescindible en todas las cocinas del mundo, y solo unas muy pocas lo tienen. Se trata de un dispositivo metálico para sujetar cualquier tipo de jarro u olla que ideó, diseñó, patentó y produjo en serie mi abuelo. Yo tengo uno de los pocos ejemplares hoy existentes. Es parte de los objetos llevo conmigo y además de las funciones prácticas para las que fue hecho, es memoria.
Mi abuela Dominga era una mujer dedicada a su esposo, (mi abuelo, el inventor) a su casa y la cocina. Sus almuerzos y cenas nunca se repetían y sus empanadas y postres encerraban una dedicación única.
A mi madre, en contraste, la recuerdo haciendo milanesas y papas fritas, fideos con manteca, ajo y perejil, apurada y con pilas de tareas de sus alumnos para corregir, maestra de séptimo, más el cuidado mío y de mi hermano.
En mi memoria mantenía el sabor de las tortas de durazno que ella hacía para los cumpleaños y el de una tarta de manzanas que robaba en las siestas mientras la dejaba enfriar debajo de un repasador en la mesada de la cocina.
Recordaba una pasta granulada de azúcar y manzanas, muy delgada y dulce. Era como comer la pizza de la noche anterior, un triángulo frío que se doblaba entre los dedos de la mano.
Años atrás con el chófer de un diario, mientras viajábamos a cubrir una noticia, me contó que sabía hacer esa tarta. Hace unos días me paso la receta en un mensaje de audio.
Hoy me reencontré con ese sabor que guardaba en algún lugar de mi memoria. Tuve que contenerme y aguantar las ganas por probarla antes que se enfríe pero después de unos pocos intentos pude reconstruir la tarta de manzanas que hacia la Malena, mi mamá.
Receta de la tarta de manzana
1 taza de harina
1 taza de azúcar
1 cucharada de polvo para hornear
3 manzanas cortadas en rodajas finas
2 huevos
½ taza de leche
poner todo sobre una placa enmantecada y llevar al horno.
Pablo, el Pila y la Malena. Fotografo desconocido circa 1968 Tucumán.